domingo, 25 de abril de 2010

¿SOMOS CONSCIENTES DE NUESTRO CAPITAL ERÓTICO?

Esta mañana he leído un artículo muy interesante publicado en La Vanguardia. La socióloga Catherine Hakim, de la Londres School of Economics, afirma que un buen uso del atractivo físico puede abrir tantas puertas en el mercado laboral como el expediente académico, en un mundo tan sexualizado como el de hoy.

Es una afirmación realmente interesante, que por fin plantea que la belleza y la inteligencia se pueden y se deben utilizar legítimamente para obtener el éxito personal.

Personajes como Carla Bruni, David Beckham o Beyoncé, tienen en común toneladas de capital erótico. Según Hakim, para estudiar los movimientos sociales y la evolución del mercado del trabajo, es necesario incluir el capital erótico, que debería considerarse el cuarto "activo personal". Pero ¿Por qué se ha excluído siempre de los estudios sociales?. A lo largo del tiempo se ha tejido una ideología moral que impide que las mujeres aprovechen su capital erótico para lograr beneficios económicos y sociales. las feministas han entrado en este juego mostrando su objeción al despliegue del capital erótico femenino (por ejemplo, son las primeras en criticar los concursos de belleza).


El término capital erótico, se refiere a la combinación de varios elementos. Incluye la belleza, en el sentido más clásico, pero para evaluarlo hay que tener en cuenta el atractivo sexual, el encanto personal, el talento para relacionarse con los demás, la capacidad sexual, la apariencia (es decir, la habilidad para vestirse, peinarse, maquillarse...). Hakim afirma que en la mayoría de sociedades, las mujeres tienen mayor capital erótico que los hombres, ya que se esfuerzan más en la presentación personal y el desempeño de la sexualidad. Pero destaca también que, actualmente, los hombres de Europa occidental destinan más tiempo y dinero a mejorar su apariencia física.



Para Hakim, la explicación está muy clara. A través de los estudios y la experiencia laboral, las mujeres han ganado en capital económico. Así en el mercado de apareamiento, aportan capital erótico pero también económico. Los hombres ya no pueden confiar exclusivamente en su poder adquisitivo para buscar pareja -como han hecho históricamente- y por ello, algunos se esfuerzan en mejorar su capital erótico. Otro dato contrastable es que en las páginas de citas (speed dating) de internet una buena imagen es fundamental para atraer a más candidatos. El dinero y la posición social también.

Las encuestas de la OMS apuntan la importancia de la actividad sexual, más importante para los hombres que para las mujeres. La sexualización de la cultura durante las últimas décadas es evidente. El sexo se ha convertido en una actividad de ocio que atrae mucho más a los hombres que a la s mujeres, y ese desequilibrio aumenta el valor del capital erótico de las mujeres, que permite que los ingresos de una mujer que trabaja en el sector dupliquen a los de cualquier asalariado normal. Aunque las feministas se han empeñado en demostrar que en un escenario con igualdad económica, las diferencias entre hombres y mujeres en interés sexual desaparecerían.

En nuestra sociedad cada vez es más importante el atractivo físico y la sexualidad. Modelos, políticos, actores y deportistas se convierten en el modelo a seguir, y las editoriales nos bombardean con libros de autoayuda para adquirir habilidades sociales. Según Hakim, las ventajas del capital erótico en el mercado laboral son enormes. En algunos casos pueden resultar más importantes que el expediente académico o la experiencia laboral. No es una novedad que, algunos estudios ya han demostrado que la gente más guapa que la media gana más dinero. Los trabajadores conscientes de su atractivo físico, suelen buscar trabajo en sectores donde pueden sacar más beneficio de su imagen y, en definitiva, explotar su capital erótico.  El sector privado atrae más gente guapa que el sector público.

Concluye afirmando que el capital erótico es un concepto esencial para entender las relaciones de pareja y un factor clave para que las mujeres cambien de estatus en la sociedad. Por tanto, anima a enterrar para siempre esa falsa dicotomía de que las mujeres con cerebro y con belleza no están autorizadas para usar ambas cosas. "Caminad con las dos piernas", como diría Mao.

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