"Tengo que ordenar mi armario", la intención está, pero, ¿con qué frecuencia lo hacemos?.
A menudo nos limitamos a comprar prendas nuevas y meterlas a presión en nuestro armario, y no somos capaces de deshacernos de las que ya no nos sirven o que están en mal estado.
Seguro que hay prendas que no te pones jamás y siempre están ahí, ocupando espacio.
Cuando una persona sabe cómo debe ser su imagen ideal y tiene claro lo que debe contener su guardarropa, adquiere seguridad, decisión y gana en autoestima. Cuando aprende a seleccionar de la moda y las tendencias lo que mejor le sienta, sabe que acertará en cada look que elija (Por no hablar del tiempo y dinero que se va a ahorrar).
Un guardarropa que contenga ropa y accesorios que nos permitan ir bien vestidos en cada ocasión, con prendas versátiles y favorecedoras, que se puedan combinar de distinta forma, requiere de una reflexión previa y planificación por nuestra parte.
Es importante ordenar nuestro armario de forma funcional para que nos sea más fácil hacer combinaciones, y antes de comprar es imprescindible revisar lo que ya tenemos.
Cuando vemos a alguien por la tele, en una fiesta, con una imagen impecable ¿realmente es fruto de la casualidad? evidentemente que no. Es por eso que si por la mañana al levantarnos, a menudo con el tiempo justo, nos ponemos cualquier cosa, sin poner atención, es muy normal que nuestra imagen tenga un aspecto algo mediocre o descuidado. Nosotros no nos daremos cuenta, pero seguro que los demás sí se van a fijar.
Pero para vestirnos correctamente, antes debemos conocernos, nuestras virtudes, nuestros defectos, y también nuestro estilo, para saber qué prendas nos van a ser imprescindibles y cuáles debemos eliminar y no comprar nunca más (aunque estén de rabiosa actualidad). Repito: de la moda hay que seleccionar lo que nos favorece; lo que no, mejor dejarlo. Realmente hay tantas tendencias que seguro que encontramos la más adecuada para nosotros.
Para proyectar una imagen creíble, que comunique positivamente, debemos evitar cometer cambios bruscos de estilo. Por ejemplo, si te gusta vestir siempre informal, será muy raro que de repente te vistas con un traje chaqueta para desarrollar tus tareas habituales. Una imagen coherente nos dará credibilidad.
Cuando sabemos que vamos bien vestidos, con aquellos colores y prendas que nos favorecen, ganamos en seguridad y autoestima. Eso debería pasar cada día. Si no es así, ¡plantéate un cambio YA!
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